Fernando Moreno

Delincuencia

Sin duda, el mayor “flagelo” que pervierte a nuestra sociedad chilena, es la sobreabundante y, en buena medida, descontrolada delincuencia.

Por: Fernando Moreno | Publicado: Martes 15 de marzo de 2011 a las 05:00 hrs.
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Sin duda, el mayor “flagelo” que pervierte a nuestra sociedad chilena, es la sobreabundante y, en buena medida, descontrolada delincuencia.

El problema, en su dinámica social y actual, supone la urgente y enérgica exigencia de enfrentarlo. Y esto, en lo legal, jurídico y policial. Aquí, lo urgente y lo importante se potencian... Concretamente, está en cuestión la relación de tres “factores” clave: legalidad, judicatura y lo policial. Los dos primeros “factores” están especialmente ligados. La insuficiencia legal (normativa) está al límite de la tolerancia civil y, en definitiva, “compromete” gravemente el bien común; es decir, la “buena vida humana del pueblo”, en “la unidad de paz”.

Ante tal situación (y “dinámica” social) urge la necesidad de leyes suficientemente estrictas; como en el caso (absurdo y aún grotesco) de la penalidad infantil. ¡Cómo podría ignorarse tanto la consciencia (en su juicio) y la responsabilidad delictiva de “menores de edad” como la sobreabundante instrumentalidad delictual (criminal), que compromete a adultos y menores, conscientes en lo fundamental del mal que llevan a cabo. En todo caso, es escandalosamente manifiesta la “tolerancia” y debilidad, al límite de una objetiva, y a veces sospechosa, connivencia - de “jueces” “concertados”

Por último, es evidente y, profesionalmente, normal (y lógico) la de suyo noble tarea y misión de Carabineros; los que, además de arriesgar permanente su propia vida, se ven “manos atadas” para aplicar suficientemente su función y misión; sumarios, juicios, diversos castigos y expulsiones, los acechan en permanencia.

A partir de tales insuficiencias y aberraciones, declarar que el incremento de la lucha contra la delincuencia de parte del actual gobierno ha venido a agravar el problema carcelario, es, si no una estupidez, al menos una imprudencia política, o, tal vez ideológica.

Bastan dos “casos” recientes, al menos a título de ilustración: 1) Las “trabas” de diverso tipo, con el fin de evitar el juicio en Colombia del comunista chileno ligado a la organización terrorista FARC de Colombia, Manuel Olate. Caso ya resuelto, con el voto, sin sorpresa, del juez Sergio Muñoz



, aduciendo que las FARC son “beligerantes”, no “terroristas”.

El segundo caso, sin excluir lo ideológico, es casi como una pintoresca (si no grotesca…) “tomadura de pelo”: Por sobrepasar en un minuto el plazo de detención de ladrones de “cajeros”, estos quedaron libres, ya que el magistrado consideró ilegal la captura de los sujetos (delincuentes).

Así, cada vez más parece difícil evitar (ya por sentido común...) la sospecha de una especie de contubernio o, al menos, de tolerancia afectiva o ideológica.

En todo caso, el daño material que implica la delincuencia se profundiza, lógica y concretamente en el daño síquico (inseguridad, riesgo...) personal y colectivo; con la consecuente alteración del bien común, es decir, de la buena vida humana del pueblo (Santo Tomás de Aquino).



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